Jóvenes universitarios viven en la calle mientras se labran un mejor futuro
Ernesto (nombre ficticio) proviene de una familia de escasos recursos económicos. Se crió en un pueblo del centro de la Isla y gracias a la asistencia económica federal y a la que le provee la universidad, ha podido comenzar a estudiar una carrera en buscar de salir hacia adelante.
Relatos como estos son los que llegan cada vez con más frecuencia hasta el director ejecutivo de la Coalición de Coaliciones Pro Personas sin Hogar, Francisco Rodríguez Fraticelli. Tras un censo del 2013 que reveló que había 731 personas entre los 18 y 29 años sin hogar, la Coalición descubrió que muchos de estos jóvenes no cumplen con el estereotipo de la persona que está en la calle a causa de abuso de sustancias, violencia o problemas de salud mental.
“No son los deambulantes que uno piensa siempre. Estos son jóvenes que están tratando de superarse, que quieren estudiar, muchos tienen buenas notas y están en la calle sin decirle a nadie, no quieren preocupar a sus padres”, relató Rodríguez Fraticelli.
Para estos jóvenes, el sobrante de la beca Pell o lo que puedan ganar de trabajos irregulares no es suficiente para alquilar un cuarto, pagar agua, luz y comer, además de costear los materiales que necesitan para sus estudios. Son pocas las universidades o instituciones de educación postsecundarias que administran hospedajes para los estudiantes de escasos recursos económicos. Lo peor es que ante el estigma que acompaña el título de “deambulante”, muchos de estos jóvenes no piden ayuda y nadie a su alrededor se entera de sus necesidades, indicó el director ejecutivo de la Coalición.